B»H
Querid@s compañer@s de estudio,
En la serie Kabaláh y educación, presentamos la fusión entre los mas profundos conceptos espirituales de la Kabaláh, y el proceso educativo, que se lleva a cabo en cualquier espacio dedicado a la enseñanza y el aprendizaje. Evidentemente, tenemos que integrar el discurso educativo con nuevas formas de pensar, propias del pensamiento Kabalistico.
Hoy, Hablaremos de la fase de la integración, Que es un tema central y muy conocido al nivel espiritual. Sin embargo, lo que estamos a punto de descubrir es que en este camino siempre queda algo nuevo por revelar.
Esperamos que disfruten la lectura
La Entrega en la Integración
La fase educativa de la integración se refiere a la unión con Dios, quien es la “Nada Verdadera”. Dado que el proceso de desarrollo de nuestra relación con Dios consiste en imitar o emularlo, debemos disolver nuestro sentido de ser “algo”, o sea, nuestro ego e interés personal. Nos acercamos a Dios en la medida en que abdicamos de nuestro apego a la individualidad y el egoísmo.
Identificamos erróneamente el crecimiento espiritual como un proceso de adquisición, ya sea de poderes místicos, técnicas o realizaciones, etc. Pero en realidad es todo lo contrario. Es un proceso de desmantelamiento y descarte de lo mas sobresaliente de nuestro sentido inflado del ser y de desembarazarse de una capa tras otra del ego.
Si la humildad nos brinda intimidad con Dios entonces la tarea educativa mas inmediata y esencial es enseñar al estudiante a ser generoso. ¿Por que generosidad? Porque el habito de dar debilita el ego. Afloja los nudos impenetrables y oscuros de egoísmo que nos impiden entregarnos completamente a Dios. Moises alcanzo los mas altos niveles de profecia porque fue quien encarno este estado de humildad, como lo indica su declaración al pueblo, que usualmente se traduce del hebreo como:
“¿Y que (máh) somos?”
pero que en el sentido mas literal realmente dice:
“Y nosotros somos que (máh)”.
El momento mas propicio para profundizar la sumisión a Dios es durante la plegaria silenciosa de la amidá. Pero esto es paradójico. La amida, que es una lista de pedidos y deseos, podría aparecer como una auto-gratificación y de las preocupaciones del ego por su propio bienestar físico, causando así nuestra separación de Dios. Pero dicen nuestros sabios que esta plegaria nos trae a un “cara a cara” con Dios, en un máximo estado de intimidad y unión imposible conseguir por otros medios.
Como, en un sentido espiritual, las cosas se llaman cercanas si son semejantes y distantes si son diferentes, la amida debe reconciliar y armonizar de alguna manera los dos polos del ser humano -el cuerpo hecho del “polvo de la tierra” y el alma de origen celestial- por eso la persona que reza expresa exactamente lo que significa ser “creado a imagen de Dios”
CONTINUARÁ