בס”ד
Primero ponte el zapato derecho, después el zapato izquierdo, luego ata el zapato izquierdo, y finalmente, ata el zapato derecho. Esa es la manera en que los judíos lo hacen.
La Toráh nos fue otorgada para santificar lo mundano.
Los zapatos nos permiten caminar por la faz de la tierra, contactar lo físico y movernos libremente según nuestro deseo. Más que cualquier otro artefacto material que poseamos y utilicemos todos los días, los zapatos simbolizan nuestra participación en lo mundano. Protegen nuestros pies de las piedras y las espinas que cubren el suelo en el que andamos, mientras caminamos hacia el logro de nuestras metas en la vida.
En el Templo los sacerdotes servían descalzos, como para no separar sus cuerpos de la santidad del suelo del Templo. Similarmente, Dios dijo a Moshéh en la Zarza Ardiente que se descalzara “…pues el lugar que pisas es tierra sagrada”.
La guematria de la frase “es tierra sagrada” (אדמת קדש הוא, 861, admat kodesh hu), es la misma que la de “Templo Sagrado” (בית המקדש, Beit haMikdash).
Pero mientras no hayamos santificado la tierra en su totalidad para ser un santuario para D~os, necesitamos zapatos para proteger nuestros pies, mientras estamos continuamente en movimiento, esforzándonos al máximo para hacer de este mundo un lugar mejor –un punto de encuentro para nosotros y nuestro Creador.
En el Cantar de los Cantares, la novia es descrita con las palabras:
“¡Cuán hermosos son tus pies en los zapatos, la hija del benevolente”
מַה יָּפוּ פְעָמַיִךְ בַּנְּעָלִים בַּת נָדִיב
/má iafu peamaij banealim bat nadiv/ Sigue leyendo