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Queridos amigos, acabamos de entrar en el mes de Tamuz y para aprender un poco más acerca del sentido de este mes, os proponemos un viaje hacia las profundidades de los «idólatras del llanto», El Culto a Tamuz y la Cultura de la Depresión.
[Extraído del nuevo libro Olamot, “Mundos”, del Rabino Itzjak Ginsburgh. Adaptación y Edición, Nir Manussi]
«Tamuz» era un ídolo trágico, con lágrimas falsas, a quien las mujeres iban procesión a llorarle y venerar. El hecho de que el judaísmo adoptara su nombre para uno de sus meses, sugiere que su culto es reparable y se lo puede hacer sagrado, y con él toda la cultura de la depresión que brotó de él.
Los nombres de los meses del calendario hebreo no son hebreos. Provienen de Babilonia, de la época en que el pueblo de Israel estaba exiliado allí para adoptarlos y “convertirlos”. Entre los nombres de los meses, nos sorprende especialmente la adopción del nombre Tamuz, un ídolo central de la mitología mesopotámica, cuya imagen los babilonios llegaron a poner hasta en el Beit Hamikdash.2 ¿Cómo pudo aceptar el judaísmo, que más que nada vino a luchar contra la idolatría, incorporar la palabra “Tamuz” como el nombre de uno de sus meses?
La absorción de un elemento extraño y teóricamente negativo dentro del judaísmo, significa que no se lo ve como algo definitivamente malo, sino que identifica en él un punto verdadero y bueno. En palabras de la Cabalá y el Jasidut, en el mundo de las clipot [“cáscaras”] hay nitzotzot [“chispas”] sagradas que, con keilim, [“recipientes”, “instrumentos”] sagrados se las puede rescatar y elevar a su raíz de origen. Elevar las chispas se denomina tikún, “rectificación”, que es la manera de lidiar con las cosas muy negativas de manera profunda: en vez de simplemente rechazarlas, se debe identificar su raíz espiritual y hacer brotar de ellas una versión positiva.
La elección del judaísmo de adoptar la palabra «Tamuz» significa que se puede y se debe hacer un tikún del culto de Tamuz, y por extensión de la idolatría en general. En algún lugar, de alguna manera, debe existir un elemento verdadero en la atracción humana hacia la idolatría y si meditamos en el ritual que se le hacía a Tamuz, encontraremos la clave para descubrirlo. Sigue leyendo