Kabalah y educación | La Espada y el Arco (1)

B»H

Shalóm a la comunidad virtual de OrEinSof, 

Nos complace compartir con vosotros nuestras enseñanzas, Cada reflexión que se comparte con los demás, cultiva un punto de luz más en el mundo de Hashém. Esperamos que la siguiente enseñanza se difunda y se propague entre todos nosotros.

¿Que podemos aprender de la curiosa comparación entre la plegaria ante hashém, o de la meditación, con los términos como la espada o el arco? ¿Que podemos aprender de esto, de lo que sucede cada vez que rezamos o meditamos?

La Espada y el Arco

La Torá alude a dos formas de comunicación con Di-s -la meditación y la plegaria cuando relata la bendición de Iaacov a su hijo Iosef: “He tomado esta ciudad (Shejem) de los amoritas con mi espada y con mi arco”. El traductor arameo Onkelos, interpreta la palabra “espada” como una plegaria en el sentido de contemplación/meditación y la palabra “arco” como plegaria con sentido de súplica. El primero describe un proceso de ingresar a un estado de solemnidad y devoción, mientras que el segundo se refiere a nuestra conversación real con Di-s, con lo que se llega a la culminación de todo el esfuerzo.

Las enseñanzas jasídicas explican en extenso cómo la meditación –la batalla con espada y lanza- es un combate cuerpo a cuerpo; una lucha contra la maldad consciente  contra aquellas cosas que son percibidas y vividas verdaderamente como “enemigas del alma”. La concentración equilibrada y enfocada en el Shemá puede erradicar la maldad palpable en el alma y rectificar la dimensiones concientes de la personalidad.

No obstante, este es todavía un estado inmaduro porque el subconciente aún no está controlado.

La plegaria –el combate con arco y flecha- es la batalla contra el mal subconciente escondido. Las flechas son arrojadas a ciegas y Di-s las dirige hacia el objetivo.

Pero si la victoria sobre el enemigo invisible depende de Di-s, entonces ¿por qué algunos “arqueros” son más exitosos que otros? Las enseñanzas jasídicas explican: los equilibrados y a la vez humildes son los más exitosos. Metafóricamente, el arquero se prepara para la batalla “encordando la flecha”, o sea, colocándola en su lugar y estirando la cuerda. Esto significa llevar el cuerpo y el alma a un estado de equilibrio y tensión positiva. Existen instrucciones precisas para realizar esta tarea y el arco debe estar afinado como las cuerdas del arpa, de esta manera, aunque el disparo sea a ciegas y contra un enemigo invisible, las flechas llegarán a destino porque el arquero estará en armonía con Di-s.

CONTINUARÁ