Tsadikim: Rabino Jaim ben Attar o «Or Hajaím»

  B»H

Estimados lectores y lectoras, hoy hablaremos de la vida del Or Hajaím kadosh, un muy, pero que muy importante tsadik del cual no abundan las biografías. Agradecemos a los autores de www.hevratpinto.org  por su amabilidad al permitirnos la traducción del artículo al español.

 

Sale, carte ancienne[1]La ciudad marroquí de Sale, está situada en la costa del oceano atlántico. Su comunidad judía, aunque pequeña en número, ha dejado un rastro imperecedero en la historia de Israel, debido a nuestro venerable maestro, Rabí Jaím Ben Attar. Nacido y criado en Sale, creció en la ciudad hasta que sintió la necesidad de partir hacia la Tierra sagrada y Jerusalén, donde actualmente yace enterrado.

Nació en el año 1696 dentro de la familia Ben Attar (originaria de la España Tzaddik in Lion's Den[1]musulmana, Attar significa “perfume” o mercader de perfumes”), y estudió Torah con su abuelo, del cuál recibió además el nombre. Como él mismo relata en la introducción a su libro Jefets Hashem: “estudié Torá con mi maestro y abuelo, Rab Jaím Ben Attar de sagrada y bendita memoria. Él era un gran Rabino, bien conocido, piadoso y humilde, del cual en su tiempo bebí las aguas vivas (la Torah). Desde mi nacimiento, crecí sobre sus rodillas y absorví totalmente sus maravillosas palabras. Era tan piadoso que yo diría que nunca durmió ni siquiera la mitad de una noche. Él pasaba las noches del mes de Tammuz recitando lamentaciones acerca de la destrucción de la casa de D-s, llorando profusamente, como una viuda. Él finalizaba la noche estudiando, solo y con otros que, como yo mismo, eran sus descendientes.” En Sale, Rab Jaim ben Attar se ganaba la vida con su trabajo, pues según la tradición era sastre, especialmente haciendo ropa con materiales lujosos como oro o plata trenzados.

Una vez, el gobernador de Sale preparaba la boda de su hija, y cuando escuchó que el trabajo de nuestro maestro era perfecto y muy preciso, decidió confiarle la confección del vestido de novia de su hija. El gobernador tenía una condición: el trabajo debía estar completado antes de que terminara la semana.  Como ya hemos dicho, nuestro maestro se ganaba la vida con su trabajo, pero él mantenía un principio: desde el momento en que había ganado suficiente dinero para vivir en la semana, regresaba a sus estudios. Los sirvientes que le habían llevado las ropas de la novia estaban sorprendidos al escuchar que rechazaba el trabajo. Regresaron una segunda vez con órdenes del gobernador, y le amenazaron con la muerte si rechazaba. Sin embargo, nuestro maestro se mantuvo firme en su convicción. El gobernador no podía tolerar el hecho de que un judío rechazara obedecer, y ordenó que fuese lanzado al pozo de los leones. Los sirvientes del gobernador, que habían encadenado a nuestro maestro para llevarlo a los leones, podían oír los rugidos hambrientos de los grandes felinos desde lejos.

Aún así nuestro maestro, sin ser perturbado, avanzó con firmeza en dirección al pozo.

Los sirvientes del gobernador aún estaban más sorprendidos cuando los leones se acercaron y se pusieron en  línea ante él, moviendo sus colas y parecían mostrarle respeto. Durante ese tiempo, nuestro maestro había abierto el libro de los salmos y había empezado a recitarlos. El gobernador, que se apresuró a ir al pozo para presenciar la maravilla con sus propios ojos, se arrepintió mucho de haber maltratado a nuestro maestro y ordenó que fuese liberado. Él también le dio caros regalos y le pidió perdón.

Este es solo una de las historias que circulaban en la comunidad judía concernientes a la grandeza de nuestro maetro, al cual incluso las bestias le prodigaban un reverencial respeto.

Permaneciendo con su suegro desde su juventud, nuestro maestro no dejó de elevarse en Torah. Terminó fundando una Yeshivá en su hogar, donde enseño Torah públicamente sin recibir ningún pago por ello, pues desde su juventud tomó para sí el hecho de estudiar y enseñar. En 5492 (1732), mientras aún vivía en Sale, su libro Jefets Hashem (un comentario a la Guemará) fue publicado en Amsterdam. A pesar de que las persecuciones le forzaron a abandonar  la ciudad donde nació, se fue a Meknes y después a Fez, donde estudió muchos años junto con algunos discípulos y amigos. El célebre comentario a la Torah  del que toma su apodo Or HaJaímSu hogar estaba completamente abierto a todos, y mucho más a estudiosos de la Torah. Cada semana faenaba un becerro, haciendo la shejitá y distribuía la carne entre los Talmidei Jajamim (literalmente aprendices de sabios, estudiosos de la Torá oral y la escrita), de manera que pudiésen tener algo de comer en honor al Shabat. (A la derecha, la obra del que tomó su apodo, un célebre comentario a la Torah)

CONTINUARÁ

Un comentario el “Tsadikim: Rabino Jaim ben Attar o «Or Hajaím»

  1. B»H; que maravilloso es ver como Kadosh Baruj Hu, actúa con nosotros cuando nos sumergimos en Su Torá, Preceptos, Leyes y andamos firmes y bien fundamentados en Su camino perfecto; vemos grandes maravillas y prodigios que nos acercan cada día mas a Kadosh Baruj Hu; como cuenta la historia de Rabino Jaim ben Attar o “Or Hajaím”, en donde quedan:»Los sirvientes del gobernador aún estaban más sorprendidos cuando los leones se acercaron y se pusieron en línea ante él, moviendo sus colas y parecían mostrarle respeto. Durante ese tiempo, nuestro maestro había abierto el libro de los salmos y había empezado a recitarlos. El gobernador, que se apresuró a ir al pozo para presenciar la maravilla con sus propios ojos, se arrepintió mucho de haber maltratado a nuestro maestro y ordenó que fuese liberado. Él también le dio caros regalos y le pidió perdón.»

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