Bnei Noaj: Las Instrucciones Universales de HaShem

B»H

Aprovechamos que estamos justo en la Parashat Noaj, e iniciamos una introducción al trabajo espiritual propio de los Bnei Noaj o Justos gentiles, siguiendo las indicaciones que nos deja el Rabino Ginzburgh en su libro «Cabalá y Meditación para las Naciones del Mundo».

Antes, para los que nunca han oído hablar de las Leyes de Bnei Noaj, apuntar que, según el judaismo, de entre las 613 mitsvot que todo judío debe cumplir, existen 7 leyes que competen a todo ser humano, se consideran el fundamento de toda civilización humana, y son introducidas en Parashat Noaj. Como veréis, las 7 Leyes aparentemente son sencillas, pero tienen implicaciones muy complejas, mucho más de lo aparente; esperamos poder exponerlas algún día con la profundidad que merecen B»H.

La porción de la Torah más evidentemente asociada con los justos de las naciones es Noaj (Noé). Comienza describiendo su carácter de patriarca: «Noé fue justo y perfecto entre la gente de su tiempo, y anduvo con Elokim». Todo no judío que desea ir con Hashem debe tratar de emular a Noaj, quien a través de su empeño en seguir la palabra del Creador, salvó a la raza humana de la extinción total en el Diluvio, como relata la Torah: «La tierra era corrupta ante el Creador y estaba llena de violencia. Y el Creador vio la tierra y observó que era corrupta, porque toda carne habbía corrompido su sendero en la tierra. Y el Creador dijo a Noaj: «El final de toda carne ha llegado. La tierra está llena de violencia por su causa y por eso, los destruiré a ellos con la tierra…»

Así comienza la historia de la destrucción del mundo en los tiempos de Noaj. Sólo él y su familia fueron salvados del gran Diluvvio y cuando emergieron del arca que habían construido, Hashem celebró un nuevo pacto con ellos y en consecuencia con toda la humanidad. Lo bendijo junto a su familia y los instruyó en los senderos del nuevo orden, diciendo: «Ahora te he dado todo… Y por eso, de la sangre de vuestras almas voy a pedir cuentas…»

Hashem pedirá cuentas de las instrucciones que le dio Noaj, quien se convirtió en el progenitor de todos los que nacieron tras el Diluvio, «los hijos de Noaj» o Bnei Noaj, en hebreo. Por consiguiente, todos los seres humanos están íntimamente ligados a estas instrucciones, que en su mayoría fueron dadas previamente a Adam y están distribuidas en siete preceptos generales conocidos hoy como las siete Leyes de los Bnei Noaj. Ellas son:

  1. La prohibición de adorar a cualquier otra entidad que no sea Hashem.
  2. La prohibición de blasfemar el nombre de Hashem.
  3. La prohibición de matar.
  4. La prohibición de robar.
  5. La prohibición de cometer adulterio.
  6. La prohibición de comer carne de un animal vivo.
  7. La prescripción de establecer un sistema de justicia que asegure una sociedad justa.

El Significado de las Instrucciones Divinas

Para comprender el significado pleno de las siete leyes uno primero debe reconocer que la Torá (es decir, los Cinco libros de Moshé) no es meramente un libro de historias acerca de las primeras generaciones de la Humanidad, los Hijos de Israel, su éxodo de Egipto y sus vicisitudes del desierto, etc. También que es algo más que un documento legal que enumera los preceptos prescritos por el Creador. Desde un punto de vista más amplio, la TOrá es y debe ser vivida como una revelación del Creador Mismo, y en particular de Su Voluntad. En el lenguaje del Zohar: «Hashem y la Torah son Uno».

Como revelación de la Voluntad del Todopoderoso, la Torah puede ser descrita como un manual para la vida, revelándole a aquellos que la estudian como las instrucciones operativas del «Fabricante». Viéndolo de esta manera, las leyes de los Bnei Noaj no pueden considerarse meros requerimientos técnicos que Hashem le hace a los seres humanos, sino que son la verdadera revelación de la Voluntad de Hashem.

Al comprometerse a cumplir con estos mandamientos la persona está manifestando la Voluntad del Todopoderoso en nuestra realidad mundana. Las expectativas que tiene Hashem de lo que podemos llegar a lograr en la práctica en tanto seres humanos, como Sus creaciones, dependen y en la práctica pasa por la aceptación y el compromiso de practicar las siete Leyes de los Bnei Noaj.

Más aún, como manifestaciones de la Voluntad Divina estas siete leyes son en realidad parte del mecanismo del universo-la luz, la energía y las fuerzas que hacen que esto funcione. (Continuará)