B»H Estimados lectores y lectoras de OrEinSof, iniciamos hoy una serie de artículos sobre la vida de algunos de los más importantes tsadikim. Vivimos momentos de incertidumbre a escala mundial, momentos en los que la necesidad de verdaderos líderes, hombres y mujeres inspiradores, es imperiosa. Por ese motivo arrancamos esta serie, para que el recuerdo de los grandes tsadikim traiga su influencia en nosotros y en nuestra generación, para traer el bien a nuestra Tierra; y pronto, y no va a ser fácil, la llegada del Lider que queremos, el Mashiaj. Jag Sukot Sameaj! |
A fines del siglo 17, los judíos de Europa aún estaban conmocionados por la devastación provocada por los pogromos de Chmelnicky en 5408 y 5409 (1648-1649 EC). Las masacres habían dejado decenas de miles de judíos muertos y los sobrevivientes acongojados luchando para reconstruir sus vidas rotas y las comunidades. A raíz de los pogromos, el infame Shabtai Zvi llevó a miles de judíos desesperados a creer que él era el Mesías esperado destinado a redimirlos de su exilio. Muchos judíos se inspiraron con la esperanza de que su sufrimiento terminaría pronto, pero después Shabtai Zvi resultó ser un fraude —se convirtió al Islam bajo la presión de los turcos otomanos —y ellos se hundieron de nuevo en la amarga realidad de la vida en el shtetl. Después de los pogromos, muchas familias se quedaron sin medios de subsistencia y la gran mayoría de los niños se vieron obligados a abandonar su estudio de la Torá a una edad muy temprana, a veces de apenas cinco o seis años, para ayudar a mantener a sus familias. Sólo los ricos —muy pocos entre ellos —podían proveer una adecuada educación de Torá para sus hijos. Esto dio lugar a una generación de, en su mayor parte, ignorantes, pero piadosos y devotos judíos que eran, en gran medida, abandonados y despreciados por los eruditos de élite —los talmudistas. Se desarrolló una separación entre los judíos cultos e incultos, a tal punto que en muchos pueblos los dos grupos oraban en sinagogas separadas. En este contexto preocupante, en la pequeña ciudad polaca de Tloste, Eliezer y su esposa Sarah vivían una vida de piedad sencilla, sirviendo a Di-s con un corazón En su vejez, el 18 de Elul de 5458 (1698), Sara dio a luz a su único hijo, Israel. Infancia Cuando Israel tenía cinco años, su madre y su padre murieron. Antes de su muerte, Eliezer llamó a su hijo Israel a su cabecera y le dijo: «El temor a nadie más que Di-s. El amor a cada judío con todo tu corazón y tu alma, no importa quién sea» Estas dos directivas sirvieron de base para el servicio a Di-s de Israel y sus enseñanzas futuras. La comunidad judía de Tloste adoptó al joven huérfano proveyéndolo de sus necesidades básicas. A menudo, después de la conclusión de sus estudios en el jéder (escuela judía) local, Israel vagaba por los campos y los bosques que rodeaban la aldea. Fue en este lugar pintoresco, aislado y alejado del bullicio de la vida cotidiana, que Israel fue capaz de meditar y reconocer las maravillas de la creación de Di-s.
Israel era contratado periódicamente como asistente del maestro en los jéder de los pequeños pueblos por donde pasaban. Más tarde referiría que tuvo el gran placer de acompañar a los niños a la escuela, utilizando esta oportunidad para rezar con ellos y narrarles historias de la Torá. La inocencia de los niños y la pureza con que oraban, el Baal Shem Tov explicó, provocaba una gran satisfacción al Todopoderoso. El Maguid de Mezritch, el sucesor del Baal Shem Tov, diría más tarde: «¡Si sólo besáramos un rollo de la Torá con el mismo amor que mi señor [el Baal Shem Tov] besó a los niños cuando los llevó al jéder como ayudante del maestro!» Después de tres años de este estilo de vida nómada, Israel fue llevado por su mentor a la casa de un hombre llamado Rabí Meir, quien asumió la tutela del muchacho todavía joven. Como el primer guía de Israel, el rabino Meir también era un tzadik oculto, y mientras la gente de su pueblo pensaba que era un trabajador manual, en realidad era un gran sabio de la Torá. Fue en la casa de Rabí Meir que Israel se introdujo, como su padre antes que él, en la comunidad secreta de tzadikim ocultos. Los grandes hombres se reunían regularmente en la casa de Rabí Meir a estudiar las obras místicas de la Cábala y orar juntos. Israel absorbió fácilmente este conocimiento, y pronto se convirtió en el discípulo del líder de esa fraternidad, el venerado rabino Baal Shem Adán. El Rabí Adán se desempeñaba como su mentor desde hacía mucho tiempo, y sus enseñanzas sentaron las bases para el propio trabajo de Israel. El decimosexto cumpleaños de Israel, el Profeta Elías se le apareció y le describió los grandes efectos que las oraciones de la gente sencilla producían en el cielo. Su intención pura y la fe inquebrantable con la que pronuncian las palabras de las plegarias, Elías explicó, resuenan en «los mundos superiores» más que los logros académicos de los grandes sabios. Inspirado por su conversación con el profeta, Israel convirtió en su misión personal participar con los simples judíos en conversaciones sobre asuntos mundanos. Al indagar sobre su bienestar y la salud de sus familias o medios de vida, Israel fue capaz de obtener respuestas ricas en palabras de alabanza a Di-s. Extraído de: www.chabad.org |
Oct
5
2012