BH
Estimados amigos de OrEinSof,
La semana anterior os presentamos unos fragmentos del libro de Profesor Zeiger titulado “Torah of Life”, es decir, La Torá de la vida, libro que combina la biología con el punto de vista de la Torá siguiendo las enseñanzas de nuestro rabino y maestro Rav Ginsburgh.
Esta semana, os proponemos la lectura de un fragmento del libro que habla sobre la importancia del agua.
¡Seguro que te gustará!
El agua es el nutriente más importante. Al nacer, un bebé se componer de hasta un 90% de agua, mientras que en el adulto llega al 70%. La mayoría de las reacciones químicas de un organismo vivo ocurren con los reactivos disueltos en agua, y el agua es el disolvente universal en la Tierra.
Las semillas vegetales con poco contenido de agua pueden vivir por siglos en estado durmiente. Una vez que la semilla es hidratada, su metabolismo se activa, la semilla germina, y entonces se arraiga con éxito en un sustrato húmedo, o de lo contrario muere. Las plantas terrestres pierden agua constantemente por la superficie de las hojas, por medio de un proceso llamado transpiración. En un día de verano las hojas de plantas que están bien irrigadas tienen una temperatura significativamente más baja que su entorno, por el efecto refrescante de la transpiración. Esto es porque el agua líquida absorbe la energía cuando se evapora en la superficie de la hoja, y la refresca. Sin el efecto refrescante del agua transpirada, las plantas que crecen a plena luz del sol se sobrecalentarían.
En los mamíferos, incluyendo a los humanos, la pérdida de agua a través del sudor juega un papel importante en el control de la temperatura corporal. Las glándulas sudoríparas sacan agua de los tejidos corporales y la liberan en forma de sudor. En un proceso similar a la transpiración de las hojas, el agua del sudor se evapora y refresca el cuerpo. El cuerpo también pierde vapor de agua durante la respiración. Generalmente se recomienda que las personas beban entre uno y dos litros de agua al día. Si el agua que se pierde no se reemplaza, el cuerpo se deshidrata y la deshidratación causa problemas a los sistemas circulatorio, respiratorio y nervioso.
El agua está vinculada a la sefirá (nuestra facultad) del conocimiento, que es el primer poder del intelecto consciente (“mente revelada”).
El conocimiento se manifiesta en el alma como destellos de una nueva percepción de verdades que se encuentran en el núcleo de la realidad. Como el agua, que fluye cuesta abajo, de un lugar alto a uno bajo, las percepciones de nuestro conocimiento fluyen cuesta abajo desde su fuente en nuestra “mente oculta” super-consciente, y continúa fluyendo hacia abajo para permear todos los poderes ocultos de nuestras almas.
El conocimiento (agua) se refiere al “punto que está presente de manera uniforme en todo el cuerpo”. Corresponde a la letra yud (י), que parece un punto, la primera letra del Tetragramaton (el nombre de Dios con cuatro letras).
El agua es la fuente de la vida, y el agua que bebemos se transforma en parte de nuestra fuerza vital. En la Torá se llama “aguas vivientes” al agua de manantial. Espiritualmente, el conocimiento es la fuente de la vida, como en el verso “el conocimiento da la vida”, y así el estudio de la Torá (conocimiento Divino) también se compara con el agua. En palabras de los sabios: “El agua se refiere a la Torá”.
Hay tantas sustancias que se disuelven en el agua que, como dijimos antes, se la llama el disolvente universal. De forma similar, todo el conocimiento secular se disuelve en el conocimiento acuático de la Torá. El objetivo de la Torá es unir, y en nuestra generación, nuestro objetivo es la unificación de la Torá y la ciencia.
Traducción gentileza de nuestro amigo y compañero Paul Murga