Parasháh Emor | ¿Hay Lugar para D~os en Nuestros Corazones?

בס”ד

Querid@s lectores y lectoras de OrEinSof.com,

¡Lag baÓmer saméaj! Día 33º de la cuenta del ómer, día de alegría, en el que interrumpimos la observación de las costumbres de duelo, durante estos días.

Por supuesto, seguimos contando el ómer, pero aumentando en emoción hasta el 6 de Siván –Shavuot– cuando recibimos la Toráh, nos renovamos en ella… ¿cómo os preparáis para ese día tan significativo para nosotr@s?

Como habréis notado, hace algunas semanas no disponemos de vídeos actuales del Rav Ginsburgh, que como sabemos, seguís fielmente cada semana. Sin embargo, podemos repasar (quienes los vieron) los del año pasado… y para quienes nos leen desde hace poco, podéis aprender de ellos por primera vez.

Así pues, esta semana, acompañaremos el vídeo anterior (más abajo), con reflexiones del rav Ginsburgh en un nuevo artículo.

Amig@s, antes de (volver a) ver el vídeocomentario y leer el artículo del rav Ginsburgh, lleno de su gran sabiduría sobre Toráh y mística judía, os recomendamos –como siempre– leer esta parasháh en Vayikrá 21:1 – 24:23, de forma que podamos comprender mejor la dimensión interior de las escrituras, de la mano del rav Ginsburgh.

Antes de eso, veamos un poco de qué nos habla la Toráh estos días:

La parasháh Emor “Diles”, comienza con las leyes especiales de los kohaním, del Kohen Gadol, y del servicio en el Templo: un kohen no puede volverse «ritualmente impuro» a través de entrar en contacto con un cadáver, excepto en el caso de la muerte de un familiar cercano. Un sacerdote no puede casarse con una mujer divorciada, ni con una mujer con un pasado promiscuo. El Kohen Gadol puede casarse solamente con una mujer virgen. En el caso que éste tuviese una deformidad física, no podría servir en el Beit haMikdash. Tampoco un animal deforme puede ser ofrendado por el kohen.

Curiosas normas que, desde una perspectiva diaspóricacontemporánea y sin Templo en Yerushaláyim, nos cuesta entender a la primera. Sin embargo, todo tiene una buena y transcendental razón.

Cuando leáis la parasháh y cuando veáis el vídeo [transcripción en campo de comentarios], prestad atención a la importante frase que el rav Ginsburgh ha escogido para su reflexión:

משפת אחד יהיה לכם כגר כאזרח יהיה כי אני י-הוה אלקיכם

/mishpát ejád ihié lajém kaguér kaezráj ihié, ki aní Havaiá Elokeijém/

que traducido es:

“Ley única será para vosotros, como para el prosélitocomo para el ciudadano será, porque yo soy HaShem tu D~os”

Una ley para todos, pero realmente “todos”… como casi nunca en la Toráh. ¿Qué la hace tan especial en la parashá, para que el rav centre sus reflexiones en ella?

  • ¿En qué otras ocasiones se da un caso como éste?
  • ¿Qué particularidad tiene esta vez, en Emor?
  • ¿El guer y el ezraj  son siempre equivalentes?

Dicho esto, os dejamos con el vídeo y, más abajo, el artículo del rav, titulado ¿Hay Lugar para D~os en Nuestros Corazones?

Por cierto, gracias por vuestros aportes y comentarios que tanto enriquecen nuestro blog.

Lag baÓmer saméaj y Shabat shalom,

Edit Or y el el equipo OrEinSof.com

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Especial Lag baÓmer | La Alegría de Bar Yojáy (1)

בס”ד

El Dios Único frente muchos dioses

Esta semana recordamos con alegría la entrada en el Gan Eden de Rabí Shimón Bar Iojai, en Lag Baomer, el día 33 de la cuenta del omer. El día en que el tzadik se eleva, su presencia y su obra adquieren una fuerza infinita, que influye más aun que cuando se ve su presencia física en el mundo. Esa fuerza es la luz de Hashem que hace que el mundo exista, y se disemina en toda la creación a través del Pueblo de Israel, como una luz para las naciones del mundo. En el Zohar, Rabí Shimón reveló esos secretos, que llegan a nosotros a través de la transmisión de generación en generación, para que nos alimentemos de ellos y traigamos la Redención Definitiva y Verdadera al mundo.

Esa fuerza mantiene al mundo en existencia. Sabemos que la vida es una lucha constante contra la disgregación, la expansión, la multiplicidad como se explica en la ley física de la entropía. Hay fuerzas que mantienen unida a la materia y hay otras que tratan de separarla. La eterna lucha entre la unidad y la multiplicidad, la vida y la muerte. Su raíz espiritual, explica el Zohar, es el Mundo del Caos contra el Mundo de la Rectificación, representados en la Torá por los hijos de Itzjak, Eisav y Iaakov respectivamente. Las tremendas luces del mundo del Caos, cuando se las deja accionar por sí solas, tienden a autodestruirse, a “explotar” si no se las contiene con una fuerza adecuada.

La causa de la destrucción: yo soy el rey

Explica la Cabalá, que en el Mundo de Tohu las cualidades o 7 sefirot son como Reyes que cada uno quiere reinar y lucha contra los demás destruyéndose entre todos, o sea destrucción y la caída de aquellas chispas. Puntos (Nekudim) individuales, que actúan en forma separada y cada una quiere dominar. La bondad sólo quiere dar, sin límites (como cuando uno le quiere dar a un chico muchos caramelos por bondad pero en realidad lo está perjudicando), el rigor pone sus límites asfixiantes, y así las demás.

Pero en el mundo de la Rectificación, se produce la inter inclusión de cada una de ellas, formando partzufim o estructuras interactuantes, en que cada una se imbuye de las demás funcionando en equipo. Por ejemplo, la bondad da con amor pero con el temor del rigor por no perjudicar, equilibrados por la misericordia de la belleza, la confianza de la victoria de saber que se está haciendo una acción educativa que perdura, la modestia del reconocimiento de la existencia del otro, el fundamento de conectarnos con el prójimo para su manutención y la autoanulación necesaria en todo acto de dominio. Este es el secreto de los 49 días de la cuenta del omer, en que cada día meditamos en la interinclusión de una sefirá con otra.

El Hombre, un mundo en miniatura

Al meditar acerca de todo esto, imagínense que el hombre es un Mundo en miniatura, un microcosmos donde se producen los mismos acontecimientos que en macro. Esa es la tarea del Jasidut, refinar las chispas que tenemos cada uno adentro. La esencia de la Cabalá, comparar y hacer paralelos entre cosas aparentemente sin conexión.

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