Del Rav | Las Primeras Diez Preguntas

בס”ד

Las preguntas vienen de la duda. La duda viene del pecado. El pecado viene de la ilusión. La Toráh nos fue entregada para salvarnos de falsas ilusiones.

La ilusión está en la mente. El pecado original, un acto físico, fue perpetrado de la mano a la boca (al tomar y comer del fruto prohibido). La duda está en el corazón. Desde el corazón la duda entra en nuestra mente como pensamientos, que entonces encuentran expresión en nuestra boca como preguntas.

Pero la ilusión per sé se inicia con una pregunta. La primera pregunta que aparece en la Torá es la de la serpiente primordial a Javá en el Jardín del Edén (el comienzo de la astuta persuasión de la serpiente para que Java coma del fruto prohibido):

  • [1] ¿En verdad os ha dicho D-os que no comáis de todos los árboles del jardín?
  • אַף כִּי אָמַר אֱ-לֹהִים לֹא תֹאכְלוּ מִכֹּל עֵץ הַגָּן

No todos los comentaristas leen las palabras de la serpiente como preguntas; algunos interpretan estas palabras como una afirmación. Así pues, estas palabras presentan una incertidumbre, ¿son realmente una pregunta que la serpiente hace a Javáh, o es simplemente una afirmación que refleja el “la forma de pensar” de la serpiente (a la que Javáh responde en concordancia)? ¿Son una pregunta o simplemente una ilusión (la mentalidad de la serpiente)?

La serpiente primordial simboliza nuestra inclinación subconsciente al mal. En hebreo, la raíz “serpiente” נ.ח.ש najash significa “adivinar”, una alusión a ilusión.

La propia cuestionable palabra (ya sea una pregunta o una afirmación), la primera palabra dicha por la serpiente (אףaf, traducida como, “¿En verdad, ha…?”), como sustantivo significa “ira”. La serpiente habla –proyecta su mentalidad– por ira. De allí proviene, al igual que los pastores que Yaakov conoció en la fuente, como vimos más arriba.

"Adam and Eve" del artista canadiense Oliver Ray.

Inmediatamente después del pecado (unos pocos versos más adelante), D-os les hace a Adam y Javáh cuatro preguntas explícitas, una tras otra, de las  que aprendemos que no sólo nuestras preguntas provienen de nuestras dudas/pecados/ilusiones, sino que también cuando pecamos D-os nos cuestiona o interroga.

De hecho, nuestros pecados dan lugar a una duda en la mente de D-os, por así decirlo, si es que valió la pena habernos creado de la manera en que lo hizo, con la inclinación al mal. Él mismo experimenta arrepentimiento y duda, que a su vez da lugar a que cuestione al hombre (si tan sólo el hombre Le respondiese adecuadamente, este acto en sí podría expiar el pecado):

  • Y D-os llamó a Adam y le preguntó: [2] «¿Dónde estás?»
  • Y Adam respondió: «Oí Tu voz en el Jardín y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí»
  • Y Él dijo: [3] «¿Quién te dijo que estás desnudo?, [4] ¿has comido del árbol del cual te prohibí comer?»
  • Y D-os dijo a la mujer: [5] «¿Qué es esto que has hecho?»

Después de que D-os aceptó la ofrenda de Hébel y no la de Kayín, éste último se enfureció (se contaminó con el veneno de la serpiente que había convivido con su madre Javáh) y cayó su semblante. D-os le preguntó (dos preguntas, dos porqués).

  • [6] “¿Por qué estás enojado y [7] por qué ha caído tu semblante? Si lo haces correctamente serás aceptado…”

La siguiente pregunta en la Toráh es la que le plantea D-os a Kayín después de que asesinó a su hermano Hébel:

  • [8] “¿Dónde está tu hermano Hébel?”

Caín le responde a D-os con una pregunta (¡siguiendo la buena tradición judía!):

  • “No lo sé, [9] ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”

Esta es la primera pregunta en la Toráh hecha por el hombre (a D-os, que proviene de un estado existencial de duda respecto a la omnipresencia y omnisciencia de D-os).

D-os le responde a Kayín con otra pregunta (una versión abreviada de la misma pregunta que D-os le había hecho a su madre; la primera pregunta que D-os le hizo a Kayín: ¿Dónde…? es la misma pregunta que le hizo por primera vez a Adam).

  • [10] ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra.

Estas son entonces las primeras diez preguntas en la Toráh, que podemos ver correspondiendo con las diez sefirot, todas ellas en el contexto del pecado (que da lugar a la duda), comenzando en la ilusión de la serpiente.

Los Diez Mandamientos son las respuestas a estas diez preguntas.