Amor | El Corazón que Nunca Duerme (4)

בס”ד

En el capítulo anterior:

El amor entre hermano y hermana difiere del amor entre marido y mujer en tres aspectos. A diferencia del amor marital, el amor fraternal no depende de la proximidad física. Es relativamente constante, mientras que la intensidad del amor marital es fluctuante

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«Mi Paloma»

Las palomas son los cónyuges más leales de todas las criaturas de la naturaleza. Nunca se vuelven a aparejar.

Esta lealtad instintiva está expresada en su mirada. La pareja de palomas se miran constantemente uno al otro, sin cansarse nunca del placer ilimitado de contemplar al amado.

Para el alma, este estado de servir a Di-s es llamado listakla biikara deMalka, «contemplar la magnificencia del Rey». Por encima y apartado de las letras del pensamiento, los ojos internos de la mente y el corazón contemplan con un placer sin límites el esplendor del Rey en Su grandeza y belleza Infinitas, hasta que la mente y el corazón se fusionan en una anulación absoluta (bitul).

Los placeres del ser son limitados y al final se acaban, pero el placer desinteresado es interminable y por siempre nuevo.

Al nivel de «mi paloma» las propiedades aparentemente opuestas de «mi hermana» y «mi compañero» se unifican. El amor representado por la frase «mi paloma» es constante, como el amor constante e instintivo expresado en «mi hermana», y a la vez nuevo, como el ardiente amor recién nacido expresado en «mi compañera».

Esta habilidad de unificar agua y fuego depende de la manifestación del poder de bitul, que es innato en el alma de todo judío. El servicio de la contemplación requiere entregarse completamente al rey.

 «Mi Perfecta»

El judío alcanza el máximo nivel de servicio, «mi perfecta», cuando «perfecciona» a Di-s en Su relación con el mundo, en Su presencia revelada en el mundo. Esto viene después de perfeccionarse a uno mismo en su relación con Di-s a través del bitul, como describimos en el servicio de «mi paloma».

La «perfección» de «mi perfecta» es una extensión del significado profundo de «mi compañera» ya descrito, cuyo nivel de servicio mantiene la armonía de la Presencia Divina en el universo. Pero esta armonía no revela aún la unicidad de Di-s en la Creación.

El universo aún alberga imperfecciones, alberga todavía almas y objetos individuales en exilio temporal, que sufren el dolor de la separación de su origen oculta.

Mientras que exista aunque sea una sóla alma o criatura sufriente, judía, no judía o cualquier ser, la «perfección» de Di-s es incompleta. Aquí es cuando se requiere el nivel más elevado de servicio.

Después de contemplar con admiración y placer ilimitado el esplendor del rey, uno debe volver su atención al mundo en donde vive. Esto debe ser hecho especialmente para perfeccionar aquellas almas y seres que están vinculadas con la raíz de su alma. Cuando Israel ingresa a esta labor, Di-s la llama «mi perfecta», porque la Voluntad de Di-s es materializar Su «perfección» en el mundo y a Israel, «una verdadera parte de Di-s» (ver Tania, cap. 2) se le encomendó esta tarea.