Sefirot | Emanaciones Divinas (10) Esplendor

בס”ד

En la entrega anterior:

Nétzaj también puede significar “conducir” u “orquestar” (como la palabra con la que empiezan muchos de los salmos de David, lamnatzéaj). De aquí que su conciencia es pragmática por naturaleza, como está reflejado en su correspondencia con la pierna derecha, la cual es el primer miembro del cuerpo supremo que “toca el suelo”.

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Hod es la octava de las diez sefirot, y el quinto de los atributos emotivos dentro de la Creación.

Aparece en la configuración de las sefirot en el eje izquierdo, directamente debajo de guevuráh, y corresponde en el tzélem Elokim a la pierna izquierda.

Hod es asociada en el alma con el poder de avance continuo, con la determinación y perseverancia nacidos de un mandato interno muy profundo, con la finalidad de la realización de los propios objetivos de vida. El reconocimiento de un propósito supremo en la vida y la total sumisión a lo que lo inspira, sirve para dotar a la fuente de la propia inspiración con un aura de esplendor y majestuosidad.

Así, la palabra hod connota tanto «reconocimiento» (hodaá), como «esplendor», este visto como una especie de «reverberación» en forma de aura (hed) de luz.

El aspecto de hodaá de hod, también se manifiesta como el poder de expresar gratitud, (esto lo califica como una respuesta «sefirótica» a jésed), y también como el poder de «confesión» (vidui).

Las dos sefirot de nétzaj y hod son llamadas «dos mitades de un solo cuerpo«. A menudo en Kabaláh, son consideradas como una sola sefiráh (en relación con los Nombres de Di-s, hay uno que los representa: Tzevakot). Esto es más todavía que con respecto a jésed y guevuráh (los brazos derecho e izquierdo), nétzaj y hod (las piernas derecha e izquierda) sólo pueden llevar a cabo su tarea (caminar), funcionando juntas.

En el Zohar, se hace referencia a ellas como «los platillos de la balanza de la justicia». Nétzaj reconoce mientras que hod concede («reconoce » o «confiesa»). Son los responsables del estado de equilibrio general del cuerpo, por ser los dos pilares sobre los que se mantiene.

En la «unión inferior» (descrito antes en nétzaj), la novia entra en un estado conciente de hod. Ella experimenta en forma total la presencia de la providencia Divina, que la llevó a la unión con su novio. Desde lo profundo de su corazón, ella expresa su gratitud y agradecimiento a Di-s, el «tercer socio», de su casamiento.

Hod = 15, la suma de todos los números del 1 al 5. Hod expresa y refleja las cinco emociones del corazón, desde jésed hasta hod. «Biná [la «madre» de las emociones del corazón] se extiende hasta hod«.

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefiráh de hod es el de temimut (sinceridad).

Amor | El Corazón que Nunca Duerme (3)

בס”ד

En el capítulo anterior:

El alma siente pulsaciones en dos niveles: un nivel interior del “latido del corazón” y uno externo en la “muñeca”. La primera sensación corresponde a la revelación de Di-s Mismo al judío en la forma de Toráh y mitzvot.

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«Mi Hermana»

El amor entre hermano y hermana difiere del amor entre marido y mujer en tres aspectos. A diferencia del amor marital, el amor fraternal no depende de la proximidad física. Es relativamente constante, mientras que la intensidad del amor marital es fluctuante. El amor fraternal es frío, falto de pasión, mientras que el marital es fogoso y apasionado. El origen de esta distinción es que el amor fraterno es instintivo y natural, requiriendo sólo el incentivo de la memoria, mientras que el marital es una experiencia de acercamiento continuamente renovado.

La primera etapa en la relación del alma con Di-s es comparada al del amor de hermano y hermana, un amor que tiene las ventajas de ser instintivo, natural y presente constantemente. No es una pasión abrasadora ni un deseo apasionado por incluirse dentro de la unidad Divina; no obstante, el judío debe alcanzar primero este nivel de conciencia en su «despertar desde abajo».

Esta etapa no es fluctuante y no requiere ningún estado adicional de conciencia a nuestra identidad judía simple y eterna. Es un instinto hereditario poseído por todo judío, transmitido a nosotros por nuestros patriarcas Avraham, Yitzjak y Yaakov. Puede expresarse a la distancia y no depende de profundas experiencias religiosas que no están presentes usualmente en las primeras etapas del servicio a Di-s.

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