בס”ד
En la entrega anterior:
El exilio del alma judía, la aparente pérdida de nuestra identidad, está comparado a un estado de sueño. Cuando se duerme los ojos están cerrados a la realidad exterior; la vista, junto con los otrospoderes concientes de la mente y el corazón, desaparecen dentro de su origen inconciente.
“Mas mi Corazón está Despierto”
Aquí, «corazón» no se refiere a los poderes emotivos del corazón, tales como el amor conciente por Di-s. Estos poderes, así como el sentido de la visión, están dormidos como ya se explicó.
En realidad se está dirigiendo a algo más esencial, al punto más íntimo del corazón judío, el anhelo totalmente irracional por Di-s, la verdadera fuente de la vida. La chispa de la conexión inseparable con Di-s se oculta profunda en el subconsciente del alma en exilio, pero nunca se extinguirá.
Nunca duerme, porque está siempre lista para emerger de su escondite con el llanto de la teshuváh, el retorno a Di-s.
El punto más íntimo en el corazón del judío, a diferencia de otros poderes del alma, siempre está despierto en su fuente. Late en continuo movimiento de ratzo vashov («ir y volver», corriendo hacia la unidad de Di-s y regresando adentro, a la separada realidad creada del ser, para realizar la Voluntad Divina y su propósito en la vida). Así como el corazón de la persona que duerme late continuamente hacia fuera y hacia dentro, así el corazón de cada judío late continuamente durante este último exilio, el más oscuro y doloroso.
«la voz de mi amado golpea (la puerta)»
La teshuváh comienza con la percepción espontánea del latido de nuestro corazón. Esto se llama «despertar desde arriba«, ya que toda sensación espontánea de luz espiritual es un regalo brindado desde lo alto para incitar al alma que está abajo a que regrese a Di-s.
HaShem tiene misericordia del alma exiliada sepultada en el dolor existencial de los propósitos vanos y hace que un rayo de luz brille desde el punto más íntimo del corazón hacia los niveles concientes de la mente y el corazón.
El alma siente pulsaciones en dos niveles: un nivel interior del «latido del corazón» y uno externo en la «muñeca». La primera sensación corresponde a la revelación de Di-s Mismo al judío en la forma de Toráh y mitzvot. Este es el shov, el «retorno» del alma a la realidad separada, que permite al individuo alcanzar su propósito Divino en la vida, como se describió arriba.
La sensación del pulso de la muñeca corresponde a Di-s revelándose en la belleza y las maravillas de la naturaleza y también en las maravillas sobrenaturales, tales como el compromiso amoroso y preocupado del Creador en las vidas de todos los seres creados. Escuchar el latido de «la voz de mi amado (Di-s)» es la experiencia espontánea de sentir la comunicación de Di-s con Su mundo, a través del ratso vashov del latido internos del corazón y de la muñeca.
«Ábreme»
Para «ver» al Creador, el «despertar» inicial desde arriba debe ser seguido por el «despertar desde abajo«.
En el Cantar de los Cantares, Di-s y el pueblo judío son comparados con el novio y la novia. El novio incita primero a la novia golpeando a su puerta y haciendo que su voz sea «oída». Entonces la novia debe levantarse y abrir la puerta que la separa de su amado para poder «verlo». Así también, luego de haber «oído» espontáneamente la Divinidad, el judío debe levantarse y retirar lo que lo separa de Di-s.
Di-s le pide al judío abrir el camino desde abajo, para recobrar la conciencia y redescubrir su identidad realizando un esfuerzo genuino para revelar su amor por Él.
El «despertar desde abajo» ocurre en cuatro etapas, representadas por los cuatro nombres por medio de los cuales el amado es llamado.
Continuará…