בס”ד
En la entrega anterior:
El exilio del alma judía, la aparente pérdida de nuestra identidad, está comparado a un estado de sueño. Cuando se duerme los ojos están cerrados a la realidad exterior; la vista, junto con los otrospoderes concientes de la mente y el corazón, desaparecen dentro de su origen inconciente.
“Mas mi Corazón está Despierto”
Aquí, «corazón» no se refiere a los poderes emotivos del corazón, tales como el amor conciente por Di-s. Estos poderes, así como el sentido de la visión, están dormidos como ya se explicó.
En realidad se está dirigiendo a algo más esencial, al punto más íntimo del corazón judío, el anhelo totalmente irracional por Di-s, la verdadera fuente de la vida. La chispa de la conexión inseparable con Di-s se oculta profunda en el subconsciente del alma en exilio, pero nunca se extinguirá.
Nunca duerme, porque está siempre lista para emerger de su escondite con el llanto de la teshuváh, el retorno a Di-s.
El punto más íntimo en el corazón del judío, a diferencia de otros poderes del alma, siempre está despierto en su fuente. Late en continuo movimiento de ratzo vashov («ir y volver», corriendo hacia la unidad de Di-s y regresando adentro, a la separada realidad creada del ser, para realizar la Voluntad Divina y su propósito en la vida). Así como el corazón de la persona que duerme late continuamente hacia fuera y hacia dentro, así el corazón de cada judío late continuamente durante este último exilio, el más oscuro y doloroso.
«la voz de mi amado golpea (la puerta)»
La teshuváh comienza con la percepción espontánea del latido de nuestro corazón. Esto se llama «despertar desde arriba«, ya que toda sensación espontánea de luz espiritual es un regalo brindado desde lo alto para incitar al alma que está abajo a que regrese a Di-s.