Amor | El Corazón que Nunca Duerme (1)

בס”ד

Estimad@s amig@s que leéis nuestro blog,

Shalom. Iniciamos esta semana una nueva serie de artículos por el rav Ginsburgh, que forman parte de una colección llamada «El Corazón que Nunca Duerme».

Ya conocéis y habéis seguido otras series como «Las Cuatro Dimensiones de la Fe» y «La Clave para la Salud Espiritual», que tocaban el tema de psicología y que de hecho, nos habéis honrado con el alto nivel de visitas a estas páginas en nuestro blog.

Esta vez el tema es amor: más que psicología, más que sociología y ciencia, más que actitudes… es algo más complejo y siempre de actualidad. Siempre echándolo de menos, siempre pidiendo que haya más en nuestro mundo… Pero, ¿qué es el amor y qué es el corazón? Una cosa es el concepto que nos ha vendido la cultura occidental y Hollywood, y otra cosa es amor en el judaísmo… el nuestro, el del Creador… ¿y cómo podemos exponer esta idea desde un punto de vista místico

Así pues, nos complace presentar esta serie de artículos que publicaremos en 5 entregas, en los cuales podremos aprender interesantísimas lecciones y reflexiones, de la mano del rav Ginsburgh. Veréis que van desde lo más general, a especie de introducción, hasta llegar a lo más concreto y profundo kabalísticamente.

Sin más preámbulos y esperando que la reflexión y el estudio os sea de provecho en este mes de Shvat, os mandamos un cordial shalom desde todo el equipo de OrEinSof.com.

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Nuestro Oculto Anhelo por Di-s

Un discurso jasídico explorando el pulso oculto del alma judía que oscila continuamente entre Di-s y el hombre, basado en los versos del rey Salomón:

“Estoy dormido, mas mi corazón está despierto,
la voz de mi amado llama [a la puerta]:
ábreme, hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía,
porque mi cabeza está cubierta de rocío,
y las puntas de mis cabellos de gotitas del anochecer”
Conclusión: “mi perfecta”
Shir haShirim (El Cantar de los Cantares) 5:2

1. Yo Estoy Dormido

El exilio del alma judía, la aparente pérdida de nuestra identidad, está comparado a un estado de sueño. Cuando se duerme los ojos están cerrados a la realidad exterior; la vista, junto con los otros poderes concientes de la mente y el corazón, desaparecen dentro de su origen inconciente. Aunque este origen se puede reflejar en los sueños y otros fenómenos involuntarios del dormir, de todas maneras ocurre en los niveles más externos del alma, y al no estar basados en la visión objetiva son irreales, como lo indica su falta de orden intrínseco y consistencia.

De la misma manera, cuando el alma duerme en el exilio espiritual, los ojos interiores están cerrados a la realidad, como lo describe el salmista:

“Ya no vemos nuestras señales” (Tehilim 74:9).

En hebreo, la palabra otot, “señales” tiene dos significados: (1) Maravillas sobrenaturales de la Providencia Divina que durante el exilio están ocultas bajo una apariencia natural, o (2) las letras del alefbet.

El significado de este versículo, de acuerdo con esta interpretación, es que como nuestros ojos están cerrados al dormir, nuestras “letras” desaparecen a la vista.

Las “letras” de un judío son las de la Toráh y la tefiláh (plegaria). Las letras de la Toráh son los ladrillos del universo, cada una de las veintidós letras hebreas son un canal que conecta el Infinito con lo finito, un estado particular de contracción de la luz espiritual y la fuerza de vida. La forma de cada letra representa su manera particular de transformar la energía en materia.

Esto se puede entender mejor si lo comparamos con los fenómenos del pensamiento y el habla en tanto vestimentas del alma. Cada letra que surge de ellos proviene de la esencia interior de la inteligencia y las emociones del alma.

Antes de que las letras de la creación de HaShem se combinen en palabras son incapaces de dar vida a criaturas individuales. En este estado son llamadas “piedras”. Cuando son combinadas en palabras construyen “casas” y así adquieren el poder para dar vida incluso a criaturas físicas. Por eso, la fuerza interior de cada criatura es su nombre hebreo.

Las letras de la tefiláh, por su parte, son canales que fluyen hacia lo alto, conectando el alma a Di-s. Son llamadas “ladrillos” (al contrario de las letras de la Toráh o “piedras”, que son dadas por Di-s, las letras de la tefiláh, como los ladrillos, son hechas por el hombre) que al unirse construyen “casas”. De esta manera, al pronunciar las letras de la Toráh y la tefiláh, el judío se vuelve socio de Di-s, uniéndose participando en el acto de la creación. Pero mientras estamos en el exilio, decimos las palabras sin poder comprender su poder creativo, del mismo modo que somos insensibles al acto continuo de la creación, el constante flujo de letras dentro de todos los seres. Es este, entonces, el significado profundo del pasaje: “Ya no vemos nuestras señales…”.

Los sueños son las visiones imaginarias del acto de creación que aparecen al alma en exilio. Representan ideales espirituales o materiales que son extraños e irreales, la búsqueda de identidad vacía de fundamento.

El único basamento sobre el que el judío puede establecer su identidad es la Toráh y las mitzvot. Internamente inconsistentes y desordenados, los sueños dejan a la vida del judío, exiliado espiritualmente, carente de sentido. El judío posee un innato y especial sentido de propósito o finalidad, por lo que una existencia sin un propósito sólo puede causarle frustración y desesperanza. El propósito fundamental del judío es inherente a la Toráh y sólo a través de ella brilla la InfinitaLuz de Benevolencia” de Aquél que la entregó.

Continuará…