בס”ד
Un mensaje de Toráh para el mes de Kislev
del rav Itzjak Ginsburgh
Janukáh era la festividad preferida del Baal Shem Tov, el fundador del jasidismo, por ser la festividad de la luz, una luz que llena el alma y calienta el corazón.
Aunque afuera esté frío y oscuro, el resplandor de las velas de Janukáh penetra en la profundidad de la noche de invierno, permeándola de calidez y transformando la oscuridad en una fuerza de luz.
¿De dónde proviene la fuerza de las velas de Janukáh para no sólo disipar la oscuridad sino transformarla en luz?
Las dos primeras letras de la palabra Janukáh, jet nun, significan jen, uno de los ocho sinónimos de «belleza» en hebreo. Jen significa literalmente «gracia» o «favor», y representa el aspecto de la belleza que se expresa a través de la estética de graciosa simetría.
La palabra jen aparece por primera vez en la Toráh en el versículo final de la parasha Bereshit, la primera porción del libro Génesis. Dice allí
«Y Noé encontró (jen) gracia a los ojos de Di-s».
El nombre Noé, en hebreo Nóaj (nun jet), es gracia (jen) escrito a la inversa. Como su primera aparición en la Toráh está en yuxtaposición a su «opuesto», se nos enseña en kabaláh que «jen» representa balance y simetría, especialmente aquella que está compuesta por dos elementos que se reflejan uno en el otro.
Los opuestos que forman la graciosa simetría de Janukáh son «oscuridad» y «luz», o como se alude en idioma arameo en el Zohar: «transformar jashoja (oscuridad) en nahora (luz)», cuyas iniciales forman jen.
Ahora podemos empezar a comprender cómo las luces de Janukáh consiguen transformar la oscuridad en luz: