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En la entrega anterior:
Una comunidad, en el sentido ecológico, denominada comunidad biótica comprende todas las poblaciones que ocupan un área física definida. Esta comunidad junto al medio ambiente físico no viviente comprende el ecosistema. También se emplea el término ecosistema para indicar una unidad natural de partes vivientes o inertes, con interacciones mutuas para producir un sistema estable en el cual el intercambio de sustancias entre las plantas vivas e inertes es de tipo circular.
Entonces, dos conceptos fundamentalmente útiles para describir las relaciones ecológicas son el hábitat y el nicho ecológico.
El hábitat de un organismo es el lugar donde vive, su área física, corresponde a la superficie de la tierra, aire, suelo y agua.
El nicho ecológico es el estado o papel de un organismo en la comunidad o el ecosistema. No es un espacio demarcado físicamente, sino una abstracción que comprende todos los factores físicos, químicos, fisiológicos y bióticos que necesita un organismo para vivir. Una de las generalizaciones importantes de la ecología es que dos especies no pueden ocupar el mismo nicho ecológico. Asimismo, una sola especie puede ocupar diferentes nichos en distintas regiones, en función de factores como el alimento disponible y el número de competidores. Cada especie mantiene relaciones de distintos tipos con otros elementos del ecosistema: una planta, no crece en un único terreno, aunque en determinados suelos prospera con mayor vigor.
¡Comenzamos a comprender la importancia de la conservación del medio ambiente!
Las plantas, como organismos autótrofos, tienen la capacidad de sintetizar su propia masa corporal a partir de los elementos y compuestos orgánicos del medio, en presencia de agua como vehículo vital de las reacciones y con la intervención de la luz solar como aporte energético para éstas.
La proporción entre la cantidad de nutrientes ingresados y la biomasa producida nos dará la llamada productividad, que mide la eficacia con la que un organismo puede aprovechar sus recursos tróficos. Pero formando parte de un ecosistema, la productividad aplicada al conjunto nos sirve como parámetro para conocer si el ecosistema está funcionando y cómo la energía fluye en los distintos niveles de su organización.
Una conclusión importante es que la preservación del medio implica la conservación de nutrientes necesarios para el ciclo vital de todas las especies, incluídas el hombre.
La misión fundamental del ecólogo es prevenir. Cualquier acción irracional que se produzca en el medio biológico trae como consecuencia verdaderas reacciones en cadena. O sea, que una vez iniciado el proceso destructivo del ambiente resulta muy difícil detenerlo. La segunda misión del ecólogo es conservar, que no sólo implica evitar la destrucción sino favorecer a las poblaciones cuya existencia peligra.
¿Qué nos dice la Torá al respecto? Rashí explica que:
“todo espacio próximo a una ciudad es para belleza de la ciudad y no se puede construir casa ni plantar viñedos ni sembrar semillas”.
Es el ejemplo más antiguo de la historia acerca de la importancia de la preservación del medio ambiente y de conservación ecológica.
Es preservar el derecho del hombre y otros seres vivos de deleitarse del aire puro y del paisaje sin que sean “contaminados” por las obras humanas. ¿Son conocimientos de urbanización?
En el Talmud hay tratados específicos acerca de la “contaminación por ruidos”, la cual estamos evidenciando y comenzando a respetar.
La norma de la Toráh que apunta más directamente a la preservación ecológica es la conocida como «Bal Tashjit» (No destruirás). En Devarim 20:19 leemos «Cuando sitiares alguna ciudad por muchos dias peleando contra ella para tomarla, no destruirás sus árboles alzando contra ellos el hacha porque de ellos podrás comer, por tanto no los cortarás (porque el hombre ha de menester el árbol del campo) para servirte de ellos…»
Continuará
Dra. Patricia Bogdanov-Baruj | Bioquímica de profesión, doctorada en Ciencias Químicas. Especialista en Microbiología y en Estrés Oxidativo Celular. Excatedrática de la Universidad Nacional de Córdoba, anteriormente investigadora en la Universidad de Barcelona. Actualmente investigadora de la EFSD, European Research Programme in Micro- and Macrovascular Complications of Diabetes. Patricia ha trabajado en el Institut de Recerca Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona.