בס”ד
Estimad@s amig@s que leéis nuestro blog,
Esperamos que todos estés pasando una linda temporada de Sukot, que por cierto llega pronto a su fin por este año. En estas fechas tan significativas y llenas de esencia para reflexionar, publicamos un nuevo capítulo de la serie del rav Ginsburgh, “Las Cuatro Dimensiones de la Fe“, que tan bueno acogida ha tenido entre vosotr@s.
Específicamente, de “La Clave para la Salud Espiritual” publicamos hoy la 5ª de 7 entregas, en el que podremos aprender sobre lo que ha llamado el rav Ginsburgh “El Reino Desconocido e Incognoscible de la Cabeza Incognoscible”… un título que de por sí ya nos invita a descubrir en él la sabiduría y enseñanzas del rav Ginsburgh y, que esta vez nos habla de emunáh, liderazgo, identidad espiritual y esencia desde la que se forman importantísimos aspectos de nuestra sana personalidad y cabal espiritualidad.
Sin más, os deseamos una buena finalización de estas festividades, que no son más que un tiempo de un inicio, de la cabeza del año… y que en vez de incognoscible, deseamos a todos llena de conocimientos, estudio, misticismo… y para esto estamos y seguimos con vosotros en OrEinSof.com.
¡Jag Saméaj!
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5. El Reino Desconocido e Incognoscible de la Cabeza Incognoscible
El estado de emunáh deriva de un reino celestial conocido en kabaláh como la Cabeza Incognoscible. Es la más alta de las tres «cabezas», o regiones psíquicas, que están incluidas en la sefirá fundamental de kéter, corona. En el lenguaje simbólico del jasidismo, kéter es utilizado para representar el estado supraconciente del ser, cuyo nivel más profundo es identificado como la Cabeza Incognoscible.
En el Zohar se referiere a este nivel como la «cabeza que no se puede conocer o ser conocida». Como alude a una mentalidad que escapa tanto al propio escrutinio como al de los demás, la Cabeza Incognoscible provee un símbolo adecuado para el estado totalmente suprarracional de emunáh en el inescrutable Ser de Di-s.
A diferencia de otros estados espirituales que la conciencia puede representar de alguna forma, la emunáh resiste todo intento de ser «investida» tanto en el pensamiento, el habla o la acción (las tres vestimentas del alma). No hay ningún medio de expresar su esencia o poder abstractos, y por ende no hay ningún medio de ser aprehendida por uno mismo o por los demás.
De todos los aspectos que componen el alma, sólo la Cabeza Incognoscible se resiste a tomar alguna «vestimenta», por lo que también es llamada «la cabeza descubierta», es decir, un estado superconciente que no puede ser verificado externamente. Análogamente, emunáh también se resiste a investirse, rechaza ser definida con las premisas de la experiencia conciente.