¿Qué es un judío?: ¡Una empresa con pies!

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Shalom querido(a) lector(a) de OrEinSof.com,
Hoy tenemos una participación especial en nuestro blog. Se trata de Josefina Navarro, coordinadora de los cursos a distancia que realiza Dimensiones.org (sección para los países de habla castellana, de Inner.org).
Josefina inaugura en OrEinSof.com una sección de comentarios de libros del rav Ginsburgh. Ella es una seguidora de las enseñanzas del rav, y ávida lectora de su inconmesurable producción escrita. ¿Sabías por cierto, que el rav tiene publicados más de 150 libros, sin contar otros que se escriben a partir de los suyos, para profundizar en su análisis por otros rabinos?
Te comentaremos más sobre esto en otra oportunidad, y te indicaremos qué libros hay ya traducidos al castellano. Pero volvamos a lo que nos interesa: hoy el tema gira alrededor de la empresa, de nosotros en empresa y como empresa… desde una perspectiva profundamente judía.
Será mejor que la misma Josefina nos lo comente. Estamos hablando de uno de los recientes libros del rav Ginsburgh: The Dynamic Corporation.
Disfruta de la lectura, y recuerda que próximamente tendrás una oportunidad única en España, de presenciar una conferencia por rav Ginsburgh, en la que esto y más llenará de sabiduría nuestra vida… para aplicarla al día a día y convertirlo, de rutina a una experiencia de «luz infinita».
bShalom,
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¿Qué es un judío? ¡Una empresa con pies!

¡Pero es un cuerpo, una corporación dinámica!. Si te mueves dinámicamente, las energías que remueves a tu alrededor te siguen, si tienes fuera centrípeta suficiente, luego te harás con socios para tu corporación, preferiblemente de tu mismo gremio, de una corporación semejante a la tuya.
Así pues, si plantas tu base y radicas la sede física de tu empresa… y te encargas que ese corazón lata, y todo el que se acerque perciba cómo late ese corazón… entonces se unirá a ti, cual flautista de Hamelín.
Pero si tienes sólo palabras, es lo que se llama «un parlante sin fuste». Así pues en primer lugar, hazte con un fuerte travesaño y clávalo en lugar firme. Tú eres tu propia empresa, para empezar.
Si deseas que te acompañen en tu empresa, busca gente semejante a tí. En primer lugar busca en su familia, pues son los que tienen un corazón que aunque no lata al mismo ritmo, seguro late a tu mismo compás.
Si la idea es buena, y el el producto es de calidad, ¿qué puede faltar? La inversión.
Igualmente, búscala dentro de tu corporación, o sea, busca la forma de conseguir financiación. Si no tuvieses ese fluído económoco por parte de tu familia (el cual necesitas para poner la empresa en marcha), tienes que buscarlo en socios ajenos; pero asegúrate que aunque bien todos puedan mirar en distintas direcciones, que todos al menos remen dentro del mismo barco.
Se dice que la justicia es ciega, aunque como decían en «Los Viajes de Gulliver», lo ideal es que tengas ojos en todas direcciones.
Así debes ser tú cuando busques inversores. Recuerda que talvez tu primer comprador sea también tu primer inversor, por lo que, no dejes nunca de ser dinámico.
Si no puedes avanzar, puedes cavar. A veces te encuentras joyas en lugares insospechados, y si no, ¡vuela!… y si no tienes alas, hazte unas… Pero recuerda que eres la base de tu propia empresa, busca gente que sea como tú.
Y la mitad del trabajo está hecho. Es la planificación.
Observa y experimenta. Tal vez creíste que tus primeros socios latían como tú, pero descubres luego que no sólo «no» laten como tú, sino que van a otro compás. ¿Ello los convierte en malos socios? No.
Simplemente, o bien es una señal de que no es buen momento para llevar a cabo tu negocio; o bien, que debes replantearte la estrategia… porque si no logras que tus socios latan contigo y al mismo compás, revísate a ti mismo.
Cual corporación dinámica… analízate, y date tiempo, paz y ciencia. Estudia más, mejora tu proyecto… y si tu proyecto llega a ser cuasiperfecto, es cuasiimposible que no encuentres socios, inversores, compradores, y hasta sede física.
Pero para tomar tierra amigo, parte de la base que tu bandera eres tú mismo y si generas la confianza suficiente, no importa el producto, porque todos verán que es de calidad.
A esto se reduce la participación y el flujo en la economía.
Y para terminar, te recuerdo una metáfora que oí hace tiempo: ¿por qué siendo la misma agua… el Yam haMélaj (Mar de Sal, llamado Mar Muerto) está muerto o cuasimuerto? y ¿por qué el el Lago Kinéret (llamado Mar de Galilea) está lleno de vida?

El Lago Kinéret, el agua que recibe, la comparte con el Yam haMélaj. Pero éste no la comparte con nadie, por lo tanto, no hay circuito, no hay flujo, no hay participación, y no hay vida.
«La Corporación Dinámica» del rav Ginsburgh te revela la clave del éxito en apenas ochenta páginas.
Si al leerlo, no te late el corazón: revísate, date tiempo, analízate, observa, experimenta y vuelve a leerlo. ¡Verás que encuentras la dinámica de tu corporación!